martes, 30 de agosto de 2011

MORADA DEL SER por Lourdes N.J.

Llevo una semana muy excitada, deseo sentirme así. Cualquier roce estremece mis partes más íntimas, incluyo otro sentidos que no sean los cinco; sentidos intrusos que devorando mi cuerpo poco a poco encienden el aura de mi chakra sexual: cinco centímetros debajo de mi ombligo. Sólo me queda la curiosidad del lugar y la postura en la que voy a liberar la energía del chacra, porque lo dejaré fluir sin esforzar ni elegir el momento. Si me ven en cualquier lugar y en tales circunstancias, pido disculpas.

No sé cuántos días seré capaz de aguantar, si sigo así me temo que podría tener un orgasmo en cualquier sitio. Probablemente gemiré, siempre lo hago. Pero esta vez sin tocarme, porque escribir desde la propia excitación del deseo y en estas circunstancias es muy placentero.

Si te acercas a mí, ten cuidado con el aura, puedes quemarte; recuerda que estará al rojo vivo.



sábado, 27 de agosto de 2011

OBSESIÓN por Rafael Fernández

Se sabía violento, pero su obsesión era más fuerte que la vergüenza que sentía ante sus compañeros de trabajo.

Aquella mañana ya había volcado una papelera en medio del despacho y ahora se disponía a romper, debajo de su escritorio, una botella de ginebra que disimulaba en un cajón desde las pasadas navidades.

Ya no sabía a qué recurrir para poder mirar lascivo a la nalguda limpiadora de su oficina, principalmente, cuando ésta se agachaba en pompa de espaldas a él.



lunes, 22 de agosto de 2011

MATAR AL MENSAJERO por Claudia Prócula

Después de leer varios informes, hoy volví a llamar al mensajero.
Dejó el casco de la moto en la mesa de mi despacho y sus ojos verdes iluminaron la mañana.
Me traía el 'paquete' más deseado que degusté sin apenas abrir los ojos.
- Cualquier día me va a matar jefa!, me dice casi sin aliento.

viernes, 19 de agosto de 2011

PODERES DOCENTES por Reyes Aguilar

Mientras arrancaba el coche tras abandonar de un portazo la tremenda discusión entre yo, humilde profesora que pretende cambiar el sistema docente y el rector, lo único que me contenía las lágrimas de rabia y me consolaba era pensar en aquellas dos cosas que mayor placer podían producirme para olvidar una mañana nefasta. Un puro ejercicio de autoayuda. La primera, subirme a la pulcra y ordenada mesa de caoba del rector y vaciar mi intestino sin piedad, y la segunda, encontrarme a ese alumno que secretamente en mi más sincera intimidad mental, me desmontaba con sus ojos verdes y su voz viril cada vez que en clase, me regalaba alguna susurrante pregunta.

Giré el volante para salir del recinto universitario aún exaltada por la bronca y el portazo, y por mucho que pueda demostrar que se tratase de una casualidad o de una misteriosa conjunción de astros, aseguro que a la salida del campus y apoyado en la señal del ceda el paso, estaba mi alumno. Como un regalo del cielo.

Perpleja por el hallazgo, ni se me pasó por la cabeza preguntarle qué hacía allí en horas de clase; ni se me pasó por la cabeza no abrirle la puerta del coche e invitarle a subir con una exigencia que aún me pregunto de donde salió.

Sus susurrantes palabras y sus ojos desmontaron lo poco que quedaba de quien era yo antes de meter la llave en el contacto y dar el portazo, antes de respetar el ceda el paso. Un mal día lo tiene cualquiera, pensaba, mientras llena de una valentía maravillosa que me despojaba de mis principios y mi sujetador, le bajaba la cremallera de sus pantalones y ansiosamente le sacaba de su boca con mi lengua una a una cada pregunta susurrante.

De vuelta a la Universidad, sosegada, viva, satisfecha y capaz de comerme el mundo, recordé que tenía que advertirle al rector y a su mesa que en lo sucesivo, tuviesen cuidado conmigo... tenía poderes, solo tienen que susurrarme preguntas en clase.

(Para R. y su alumno, que inspiraron esta historia)



domingo, 14 de agosto de 2011

LA SEDUCCIÓN DE LOS MERCADOS por Javier Ávila

-¡Que no, que no, que no nos representan!

-Déjame niña que te rescate. Lo hago por tu bien. Tienes que volver a ser competitiva.

-¡Especulador!

-Yo el único espéculo que me interesa es ese que se adivina por el filo del tanga.

-Acosador de mercado, quita tus sucias manos explotadoras de nuestras reservas.

- Yo sólo quiero liberarte de tus servidumbres protectoras. Tengo un plan para ti.

-Banquero, ratero. Que no te quiero.

-Ay, pues yo sí te quiero devolver la máxima productividad. Estás encorsetada.

-Lo llaman democracia y no lo es.

-Libérate, déjame ser tu inversor, nunca invertido, llegar a convertirme en tu máximo accionista, penetrar de lleno en tu bolsa.

-Sí, para hundirla. Yo prefiero la vida. No soy una mercancía.

-Pero seguro que desprendes jugosos beneficios. Ya noto cómo crecen mis dividendos.

-Yo lo que quiero es imponerte la tasa Tobin.

-¡Vade retro! Que eso es como echarle bromuro a la sopa de mi pasión.

-No me pone la raya diplomática.

-Desregularízate, que obtendrás resultados óptimos.

-Me va más la ley de la calle, que la de Wall Street.

-Déjame que me pose en ti, me ponen las primas de riesgo.

-¿Sin protección? ¡Nunca!

-Ves por qué estás anticuada. Debes recuperar tu competitividad.

-Sí, para que después me rebajes la calificación.

-Sólo te inyectaré solvencia. Únicamente debes ser más flexible.

-Malditos mercados, sois irresistibles.

-Para mí siempre serás un bono de excelencia, nunca basura.

-¿De verdad? ¿No se lo dirás a todas?

-Qué atractivos son tus recursos. Me encanta dejarte en pelotas.

-Ay, siempre me pasa lo mismo. No debí darle jamás mi número ni a Standard ni a Poors. Eso me pasa por ser tan fácil.>

-Que sí, nena, no te arrepentirás. Así me gusta, que te hagas un poco la estrecha para después entregarte plenamente. Sí, ya estoy acoplado a ti. Sigue así; muévete a mi son, que verás como muy pronto te voy a devolver la triple Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa