viernes, 24 de diciembre de 2010

Felicitación

Palabrascomolabios les desea la mejor Nochebuena, una gran entrada de año y la más ilusionante noche de reyes. Nos vamos de vacaciones. Volveremos en enero. Feliz Navidad

domingo, 19 de diciembre de 2010

Baldomero


Cuentan las lenguas antiguas que en el antiguo café París, en pleno centro de Sevilla, existía un retrato de don Baldomero Espartero, singular torero sevillano ante el cual descubrían su cabeza todos los caballeros de la ciudad en señal de respeto. Cuentan las lenguas modernas que Baldomero Chico, descendiente del legendario matador, mantuvo la torería de la saga en el plante, la planta, las maneras, las formas y la forma de entenderlas corridas. Cuentan las lenguas bien informadas que el joven Baldomero, en simbiosis léxica toro-torero, tenía cuerpo jabonero en el color de su piel, con cualidades botineras por la negrura de una de sus extremidades, siendo boyante por la excelentes condiciones que presentaba para la faena y gran hacedor de corniveletos tras su actuaciones. Cuenta la tradición que era ídem el paseíllo que le organizaba su cuadrilla en época prenavideña, una bautizada “operación polvorón” en la que maestro, mozos y hasta utilleros que pasaban por la zona elegían el más selecto de los ruedos para dar cumplida cuenta de las cualidades del espada y de sus ayudantes. Cuenta la legua más experimentada del local que recibió a puerta gayola a unos de los mozos encargado de comunicar a tan distinguida dama las expectativas de metisaca, de pinchazos y hasta de grandes estocadas. Un barbeo de contacto en el que no falto el babeo. Para ello, cuentan lenguas anónimas, dirigióse a la vieja fulana bajo los neones circulares y brindó en la noche pidiendo un distinguido y considerado público para el próximo embroque:

- “Dice el maestro que vaya usted llenando el jacuzzi de putas hasta que rebose...”.

La suerte estaba echada. Cuentan las experimentadas y exóticas lenguas del lugar que sus cuerpos desnudos llegaron a sentirse aprisionados en chiqueros de tercera, sensación que desapareció ante la ceremonia de la retirada de ropa del bravío espada: su fama quedaba corta, aquello nada tenía de chicuelina, era un estoque que apuntaba a los más altos triunfos y su carga no era ni a derecha, ni a izquierda, sino a los cuatro puntos cardinales. Toro en cacharrería. Cabeceando y apuntando bien alto. Sin muchos preámbulos, entró en faena. Cuentan las lenguas sabedoras que hubo primeros adornos de molinetes y de verónicas, tanteos, chupadas del natural y hasta lamidas de empitonados pechos. 6 hembras, 6. Y hasta una sobrera que pasaba por allí. Todas fueron lidiadas y todas llegaron a la suerte final: unas cuentan que recibieron media estocada, otras pinchazos hondos; las más, estocadas enteras y, aunque todas alardearon de haber recibido estocada delantera, hubo quien confesó haberla recibido trasera, alguna algo pasada e incluso alguna pescuecera... Cuentan las lenguas del lugar que el triunfo del maestro aquella noche pasó a los anales (con perdón) de tan singular plaza, ya calificada por algunos como de primera, saliendo espada, banderilleros y hasta el agregado utillero por la puerta posterior de tan reconocido albero. Cuentan algunas lenguas viperinas que en el local, en lugar bien despejado y junto a la cabeza de un toro, se sitúa desde entonces un singular retrato de don Baldomero ante el que muchas damas descubren hasta la última de sus luces...


domingo, 12 de diciembre de 2010

FLUJO DE PALABRAS por Lourdes N.J.

Cómo te deseo, podría comerte entre bocados mientras tu lengua suaviza mi piel excitada. Entre tus piernas y las mías, tus manos y mis manos, tú en mí, y yo en ese calor que desprendes cuando tu temperatura corporal se excita como candela en mi alma. Me gusta tu cuello, reposar en él para jugarte, decirte al oído mis pequeños gemidos, porque me gusta gemir para ti; son pequeños brotes de placeres que desprendo cuando necesitas amor.

En mi vagina reposa tu semen, caliente y abundante. Logras que duerma en tu regazo, mientras mi flujo de palabras te imagina, cuando tú no estás.

Ven, ahora estoy excitada y no sé qué hacer sin ti.


martes, 7 de diciembre de 2010

La gata con botas

Lo confieso: al principio no la soportaba. Ni sus fantasías, ni su presunta simplicidad, ni sus aparentes formas infantiles. Pero, si había algo que me hacía perder los estribos era su maldito empleo del lenguaje: perífrasis anacrónicas, verbos en tiempos arcaicos y tratamientos de cortesía propios del Medievo.

- Te crees que vives en un cuento, le lancé una vez a la cara cuando omitió mi nombre para llamarme con no sé qué título nobiliario, no recuerdo si era príncipe, o conde, o marquesito de no sé cuál Carabás…

Carababa, querría decir, que fue la que se me quedó aquella noche…

Me había citado por escrito, en carta de papel verjurado con elegantes trazos escritos con pluma. Otra fantasía más, pensé, especialmente cuando leí su petición. Debía esperarla desnudo y atender a sus tres deseos. Accedí. Vestido de impaciencia y expectación (¡ay, que se me contagia su lenguaje!), accedí a sus deseos. Su aparición me hizo reconsiderar el infantilismo en el que la había encasillado. Un cuerpo desnudo de toda una mujer que calzaba unas sugerentes botas. Creo que, en aquel momento, me habría corrido siete mil leguas. Me recordó el primer deseo:

- Serás un león, mi león…

Y no me quedó más remedio que rugir como un poseso mientras cabalgaba sobre mi cuerpo y tiraba de mi cabellera. Sus largas uñas se clavaban en mi espalda hasta consumir la última de mis vidas. Creía haber llegado al más alto de los pedestales cuando me sugirió la segunda petición:

- Perro, quiero que ahora sea perro. Y por una sola vez yo seré tu perra…

Esta vez fui yo el que la penetró a cuatro patas sobre el lecho, con una postura y unos ladridos que me hicieron olvidar la pureza primitiva de su lenguaje y de sus modales. De las cortes medievales a los suburbios contemporáneos. En ese contexto me sorprendió su última petición:

- Ratón, ahora serás un ratón…

No la comprendí. Como casi siempre. Como casi nunca. Me dijo que me hiciera pequeño para empezar a comerme, todo, todito todo, como en los cuentos, como en los sueños, que toda la vida ya sé que es sueño, un cuento, una ficción…

…Me niego a que llegue el colorín colorado.

jueves, 2 de diciembre de 2010

CAPERUCITA

Algunos piensan que el hombre es un lobo para el hombre. Se equivocan. Al menos, conmigo… Será que siempre supe llevarles por el sendero adecuado. Qué se yo… El caso es que, siempre que me lo propuse, me los llevé al cesto. Una cosa fácil, casi de cuento. Porque del érase una vez hasta las perdices siempre cayeron a mis pies. Eran tan infantiles… Me veían y sólo se les ocurría preguntarme adónde iba… Dónde iba a ir… Al follaje del bosque. A los rincones más secretos. Al camino más lejano. A los placeres más cercanos… Y he probado de todo. Lamí las mieles más dulces y las carnes más prietas, palpé los lugares más profundos y correspondí abriendo mis profundidades, regué con mis salivas las cerezas más jugosas y me bañé en la leche de acechantes que acabaron acechados por mis garras. Loba para el hombre. Hombres con piel de cordero. De todos disfruté y a todos hice disfrutar. Cazadores cazados. En el bosque de los placeres me penetraron en todas las posturas, a dos y a cuatro patas, sobre los troncos y bajo las copas, en la claridad del día y en la espesura de la noche. Nunca pusieron excusas ni se dejaron cazar en pleno acto. Nunca dejé rastro. Nunca pusieron pegas a la excusa de mis paseos por el bosque. Loba no sé, pero siempre fui un poco zorra…

…No sé qué haré cuando muera la abuelita…


viernes, 26 de noviembre de 2010

Descubrimiento tardío

En la pasada noche me sorpendió la dureza de sus pechos, la flexibilidad de su cuerpo, el atrevimiento de sus posturas, sus constantes humedades y su eterna insatisfacción.
Una lástima... En el asilo está prohibido el sexo.

martes, 23 de noviembre de 2010

Travesuras de la niña mala

A pesar las coletas y de las falsas pecas, reconocí su rostro al salir de aquella picante y sugerente tienda. La discreta y recatada cursillista, la modélica alumna de la congregación, la ejemplar propagandista de la fe de nuestras abuelas o tatarabuelas, la ardua defensora de antiguas teologías y de prehistóricas virginidades, la discreta y hasta remilgada compañera de pupitres universitarios y de charlas cuaresmales apenas era reconocible en su nueva apariencia. No era carnaval, pero, al salir de aquella tienda había rejuvenecido, tanto en el físico como en el espíritu. Unas altas coletas habían hecho olvidar su rígido peinado, una amplias gafas reforzaban la belleza de unos desconocidos ojos, una entallada blusa blanca descubría la turgencia de unos pechos antes apenas sugeridos, una minúscula faldita tableada apenas culminaba unas interminables piernas de piel blanca esbozada bajo el misterio de los colegiales calcetines infantiles. Formas juveniles realzadas por un tacón de impacto y por un discreto carmín de labios. Apenas era reconocible, pero su andar lascivo y las suaves chupadas que daba a una rojiza piruleta hicieron que tardara en olvidar su imagen.

Pasó el tiempo y la escena quedó casi borrada en las nebulosas de los sueños vividos... Un maldito accidente ha provocado mi ingreso hospitalario. Han venido a mi mente algunos recuerdos de juventud. Al ver su rostro sobre la insulsa bata verde del SAS he recordado la especialidad que cursó. Hechos los preceptivos análisis y limpiezas, en la soledad de la habitación ha decidido prescindir de la normativa bata verde. El atrevimiento de su sucinta ropa interior, sus insinuantes pecas y la piruleta que empieza a chupar han hecho que surja en mí la duda... Empiezo a decir adiós a su antigua imagen de catequista, a la apariencia intrascendente de las habitaciones de hospital y al concepto de virginidad que alguien metió en mi mente hace ya muchos años...